La tos ferina, también conocida como pertussis, es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa que puede ser especialmente peligrosa en lactantes y adultos mayores. En la era digital, donde los síntomas pueden confundirse con simples resfriados, es vital comprender a fondo esta infección y saber cuándo buscar atención médica. Si presentas signos persistentes, es recomendable agendar una cita médica en línea para una evaluación oportuna.
¿Qué causa la tos ferina y cómo se transmite?
¿Cuál es el origen de la enfermedad?
La tos ferina es causada por la Bordetella pertussis, una bacteria que se aloja en el tracto respiratorio. Al propagarse mediante gotas de aerosol emitidas al toser o estornudar, esta enfermedad se vuelve altamente contagiosa, sobre todo en espacios cerrados.
¿Cómo se contagia?
La transmisión es principalmente de persona a persona. El contagio puede alcanzar tasas del 70% al 100% en el entorno familiar, especialmente si hay contacto con secreciones respiratorias. Las infecciones asintomáticas, comunes en adultos, contribuyen silenciosamente a su propagación.
Frecuencia actual y población vulnerable
¿Cuán frecuente es hoy en día?
A pesar de los avances en vacunación, la tos ferina sigue siendo prevalente a nivel mundial, con más de 24 millones de casos anuales. En Perú, ha habido un incremento notorio en lactantes menores de 1 año, donde los menores de 3 meses concentran el 73.55% de los casos.
¿A quién afecta más?
Los bebés no vacunados son el grupo más vulnerable, seguidos de adolescentes y adultos que no han recibido refuerzos. Esta vulnerabilidad demuestra la importancia crítica de mantener el calendario de vacunación actualizado.
Síntomas de la tos ferina
¿Cómo reconocerla en diferentes edades?
Los síntomas de la tos ferina aparecen en tres fases:
- Fase catarral: similar a un resfriado común (congestión, estornudos, fiebre leve).
- Fase paroxística: aparecen los clásicos ataques de tos severa, seguidos de un silbido o “gallo” al inhalar.
- Fase convaleciente: la tos disminuye, pero puede persistir por semanas.
En adultos, los síntomas pueden ser menos intensos, lo que dificulta el diagnóstico inmediato.
Diferencias con otros tipos de tos
La tos ferina se distingue por los paroxismos (ataques de tos), el “gallo” inspiratorio y los vómitos posteriores. A diferencia de una tos común o alérgica, esta se presenta de forma violenta y prolongada.
Diagnóstico: ¿cómo confirmar la enfermedad?
Pruebas utilizadas
El diagnóstico depende del tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas. Las principales pruebas son:
- Cultivo nasofaríngeo: método tradicional, efectivo en las primeras dos semanas.
- PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa): más precisa y rápida, ideal en las primeras cuatro semanas.
- Pruebas serológicas: útiles en fases avanzadas, pero no recomendadas como primera opción.
Tratamiento y recuperación
Medicamentos indicados
El tratamiento más eficaz incluye antibióticos como azitromicina o claritromicina, especialmente si se administran en la fase inicial. Aunque reducen la transmisibilidad, la tos puede persistir durante semanas o meses.
Cuidados en casa
Para facilitar la recuperación:
- Mantén una buena hidratación.
- Evita irritantes como el humo.
- Ofrece comidas pequeñas y frecuentes.
- Asegura un ambiente limpio y sin polvo.
Además, los contactos cercanos deben recibir profilaxis antibiótica y revisar su estado de vacunación.
Complicaciones y secuelas posibles
La tos ferina no siempre termina con la desaparición de los síntomas. Puede dejar secuelas respiratorias, entre ellas:
- Bronquiectasias (hasta en el 21% de adultos).
- Síndrome de Swyer-James.
- Hipertensión pulmonar en casos graves, especialmente en bebés.
Prevención: la clave está en la vacuna
¿Existe una vacuna efectiva?
Sí. La vacuna contra la tos ferina forma parte del esquema nacional de inmunización y se aplica en varias etapas:
- A los 2, 4 y 6 meses.
- Refuerzos a los 15-18 meses y a los 4-6 años.
- A partir de los 11 años, se recomienda un refuerzo.
Las mujeres embarazadas deben vacunarse entre las semanas 20 y 36 para proteger al recién nacido. Adultos no vacunados también deben inmunizarse.
Conclusión: protegerse es prevenir
La tos ferina es una enfermedad grave pero prevenible. Reconocer sus síntomas a tiempo y mantener al día la vacunación son las mejores defensas. Si tú o algún miembro de tu familia presenta tos persistente o paroxística, no lo dejes pasar. Te recomendamos sacar una cita médica para una evaluación profesional y oportuna.
